La palabra “Adviento”, significa el tiempo de la venida del Señor :adventus: venida, advenimiento. Palabra que en la antigüedad se aplicaba especialmente a la llegada de algún personaje importante. En este tiempo, los creyentes en Jesucristo se lo dedicamos a Él en la espera de su Segunda Venida. Porque no hay nada ni nadie más importante que Él, por ende, no habrá más advenimiento que el suyo. Es el mismo Señor quien nos concede ahora preparar con alegría el misterio de Su nacimiento, para que Su llegada nos encuentre perseverantes en la oración y proclamando gozosamente su alabanza. Prefacio III Adviento.
“Ruego a todos los hermanos que, removido todo impedimento y pospuesta toda preocupación y solicitud (muerte de lo viejo), del mejor modo que puedan, hagan servir, amar, honrar y adorar al Señor Dios con corazón limpio y mente pura (comienzo de lo nuevo), que es lo que él busca sobre todas las cosas (¡Dios reinando en nosotros!); y hagámosle siempre allí habitación y morada a aquél que es Señor Dios omnipotente, Padre e Hijo y Espíritu Santo, que dice: Vigilad y orad en todo momento”. Regla no bulada, 22.
El misterio de Adviento es un misterio de vaciamiento, de pobreza, de limitación. Debe ser así. De otro modo no podría ser un misterio de esperanza. El misterio de Adviento es un misterio de comienzo: pero también es el misterio de un fin (removido todo impedimento, pospuesta toda preocupación…). Es el comienzo del fin de todo lo que en nosotros no es todavía Cristo. Y eso, sin duda, es motivo de alegría.
Adviento como tiempo de gracia significa aceptación de ese comienzo totalmente nuevo. Si hemos de entrar en el comienzo de lo nuevo, debemos aceptar la muerte de lo viejo. El comienzo, pues, es el fin. Hemos de aceptar el fin, antes de poder empezar. O más bien, para ser más fieles a la complejidad de la vida, hemos de aceptar el final en el comienzo, ambos juntos.
Cf.Blog vocacional Franciscanos Conventuales. Provincia de España