Claudio Coello.Segunda mitad del siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 160 x 90 cm. Vestido con el típico sayal de los franciscanos, sujeto por el rústico cordón con los tres nudos significativos de los votos de pobreza, castidad y obediencia. Sostiene en su mano un crucifijo, mientras que se aprecian visiblemente las llagas en su propio cuerpo. En esta ocasión la representación del santo no trata de acercarse a la descripción hecha por su biógrafo Tomás de Celano que habla de una figura de apariencia enclenque, de pequeña estatura, ojos enfermos y barba rala. El tratamiento de la figura participa de la monumentalidad escultórica propia de las creaciones de Coello y el suave tratamiento del hábito, de ampulosos y pesados pliegues, que le sirve a Coello para expresar su sentido volumétrico y su concepto espacial están aquí presentes, al igual que su gusto por colocar sobre peldaños o banzos las figuras para concederlas un sentido de mayor dignidad y aplomo e insistir en efectos de perspectiva. Urrea, J.: Pintores del reinado de Carlos II, 1996, pp. 54-56.
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